La presencia permanente de Cristo, 30
de junio
Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Mateo 28:20.
Tenemos toda exhortación de que si entregamos diariamente nuestra voluntad a Dios se cumplirá la promesa: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”. Juan 1:16. Cada revelación de la gracia de Cristo en nuestro favor es para nosotros. Debemos revelar su gracia en nuestras vidas, en pensamiento, palabra y hecho... Debemos representar la misericordia, el amor y el poder de Cristo, el poder que él nos ha dado...
Si no fuera por el poder recibido mediante Cristo, no tendríamos fuerza. Pero Cristo tiene todo poder. “Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, ... y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Aquí está nuestro poder, nuestro consuelo. Por nosotros mismos no tenemos fuerza. Pero él dice: “Estoy con vosotros todos los días”, ayudándoos a cumplir con vuestros deberes, guiándoos, confortándoos, santificándoos y sosteniéndoos, dándoos éxito en hablar palabras que llamen la atención de otros hacia Cristo y despierten en sus mentes el deseo de entender la esperanza y el significado de la verdad, volviéndolos de las tinieblas a la luz y del poder del pecado a Dios.
Es un pensamiento maravilloso el que el ser humano pueda hablar la palabra de Dios, en sencillas palabras de consuelo y ánimo. Dios usará los instrumentos más humildes para sembrar las semillas de la verdad, las cuales brotarán y darán fruto, porque aquellos en cuyo corazón fueron sembradas necesitaban ayuda—una palabra bondadosa, un pensamiento bondadoso, hechos efectivos por Aquel que dijo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.—Carta 329a, 1905.